Frugalidad: ¿Qué es? ¿Qué no es? ¿Por qué se necesita?
5.15.2020

Alargada la cuarentena, la forma en que se vive, se comercia, se trabaja y se compra está cambiando radicalmente y así como en las guerras, esos cambios quedarán impresos en la cultura, hábitos y memoria.
Se supone que trabajamos para tener una mejor vida, lo que muchos traducen en tener y comprar cosas, pero vamos a entrar en un momento en el que el uso inteligente del dinero, serán claves para que la economía personal se sostenga, más que antes.
Frugalidad: ¿Qué es, qué no es?
El pan que te sobra, pertenece al hambriento.
La ropa que guardas en tu ropero, pertenece al desnudo.
Los zapatos que se pudren en tu casa son del descalzo.
El dinero que tienes enterrado, pertenece al necesitado.
Estás haciendo injusticia a todos los hombres que puedes ayudar.
Empezaremos por decir qué no es frugalidad.
- No es un conjunto de ideas, ni filosofías, ni una ideología.
- No es tacañería o ser miserable para usar el dinero.
- No es avaricia o codicia o escasez.
- No es deshacerse de todos los objetos materiales, hasta que tu casa parezca un consultorio médico.
- Tampoco es tener quieto el dinero hasta que se pudra.
Bien, entonces qué si es. La frugalidad es una cualidad centrada en el ahorro, la prudencia y el optimizar el uso del tiempo y el dinero, por supuesto, así se evita el derroche, el desperdicio y el despilfarro.
Es lo contrario al consumismo, porque los bienes se compran de manera limitada, para centrarse en lograr objetivos a mediano y largo plazo, como por ejm. un retiro temprano de la vida laboral.
Aunque se asocia con la sensatez para comer y beber, pues no se limita solo a eso, porque tiene que ver con cualquier clase de cosa o recurso para sobrevivir y vivir bien.
No hay que confundir esta cualidad con la austeridad, pues para que una persona sea realmente austera, debe incluir el ascetismo.
La austeridad, es la suma de ser frugal y asceta, es decir ahorro + perfección moral sujetos ambas a fines no solo materiales sino espirituales. El mejor ejm. es el de San Francisco de Asís.
Tampoco hay que confundirla con minimalismo. Una corriente artística, aplicada como estilo de vida, que invita a vivir con la menor cantidad de cosas posibles, un armario monocolor, pocos muebles, poco de todo y un egoísmo discreto que evita hasta el tener familia.
En ese minimalismo no es para personas en pobreza, por lo general, lo siguen, estratos socioeconómicos altos, lo que hace que el desprenderse de sus posesiones no les impacte en gran manera, porque económicamente hay seguridad, y así viven muchos empresarios e inversionistas.
Por lo que uno lee en los libros o escucha de youtubers que siguen esa tendencia, la vida se les limita a no tener y viven cierta paranoia para no comprar nada, si dinero, no hijos, si empresa, no cosas.
Frugalidad, entonces, no es pobreza. En la pobreza, no existen los recursos de necesidad básica. Somos pobres materialmente, no solo cuando falta el dinero, sino cuando no se puede comer bien, vestirse bien, transportarse bien, educarse bien lo que significa que no hay bienestar.
Puede escogerse la tranquilidad de la frugalidad, la exigencia de la austeridad, el egoísmo del minimalismo. Sin embargo, a menos que pases de la riqueza abandonándola para abrazar a la Dama Pobreza, como la llamaba S. Fco., pocos se deciden por la paz de la pobreza.
En tiempos de guerra, bienvenida frugalidad.
A los 30 años, habíamos logrado todo lo que se suponía nos haría felices, carreras de seis cifras, autos de lujo, casas sobredimensionadas y todo lo que atesta cada rincón de nuestras vidas, impulsadas por el consumo.
Trabajar 80 horas a la semana no llenó el vacío. Solo trajo más deudas, estrés, ansiedad, miedo, soledad, culpa y depresión.
Solo en tiempos de crisis conocemos nuestra creatividad y recursividad, eso pasa con las guerras y hoy con la pandemia.
Resulta que en la II Guerra Mundial, por ejm. dejó de usarse el nylon para las pantimedias porque pasó a ser insumo de guerra, entonces, a las mujeres se les ocurrió pintar sus piernas con una base y dibujar la costura trasera de sus medias ya pintadas con lápiz de ojos.
Los bienes de consumo eran racionados por medio de una cuponera o talonario, entonces en EE.UU. entregaban recetas con los alimentos de la ración y ensañaban a prepararlas. En Europa también hubo racionamiento y los videos ilustrativos, los atesora la BBC.
También se recomendaba a la población a comer hasta las sobras y que lamieran su plato hasta limpiarlo con el fin de no desperdiciar nada.
Para los niños, a falta de golosinas o helados, algunas familias conseguían zanahorias, las ensartaban en un pincho o algo parecido, se imaginaban que eran dulces.
Fue en la II Guerra Mundial cuando se dio el boom de la comida procesada y enlatada, trasladándose de los campamentos a los hogares, lo que disminuyó el tiempo en la cocina, pero ha perjudicado la salud.
Respecto a las epidemias, Venecia fue pionero en controles, allá se dio la primera cuarentena en tiempos de la peste negra.
Por allá en el S. XIX, en Nápoles, junto con el hacinamiento y la inundación de las aguas negras en las calles, gracias a la pizza, un alimento hecho de sobras no se sabe sacadas de dónde, contagiaba al pueblo de cólera. Al ser lo único de comer para muchos, pues ni modo.
Hoy en medio de esta pandemia también hay casos, no llevados por la pobreza y la escasez sino por la frugalidad, como la peluquería en casa, la comida casera.
Medidas tomadas desde el hogar muy caseras, han servido no solo para economizar, sino para crear nuevos hábitos y desarrollar la frugalidad, que al ser una cualidad, como todo en la vida, puede entrenarse y beneficiarnos. Ojalá no se quede solo en tiempo de cuarentena, sino que se traslade a la vida cotidiana, ya no por la incertidumbre y el ahorro, sino por el sentido común.
No sé si en la zona en la que me estás escuchando haya escasez de alimentos o productos. Por mi zona, no tenemos sabras, de las verdes aplanadas para lavar platos, tampoco hay hilo caucho o caucho, para las mascarillas y varias marcas han dejado de distribuir en supermercados cercanos.
Si ves o sabes de una situación parecida, déjalo en los comentarios, por favor.
Como dice un fray muy conocido, hay que andar consumismo, con su mismo celular, con su mismo carro, con su misma ropa, y aunque no estamos en guerra, si que es necesario valorar lo que tenemos en casa y aprovecharlo, para invertir en aquello realmente necesario y en ayudar a quien no puede a cubrir lo básico.
No dejes que tus posesiones te posean.
Cuando pude ver las cosas que poseía y las que realmente eran importantes, quedé con una sensación intermedia de asco y humillación. ¿En qué momento adquirí tantas cosas? ¿Habrá alguien más que las necesite?
Steve Cutts, ilustrador británico, que plantea el consumismo casi como una pandemia, muestra cómo con la facilidad online, el hombre compra y compra y compra hasta que se llena de cosas, así es uno de sus videos, lo que me hace pensar en un tipo de síndrome de abstinencia durante este confinamiento por no poder salir a comprar.
Pues bien, como Steve lo muestra así viven muchos una supuesta felicidad, pero creo que otro tanto hemos aprendido a que viviendo con poco, se vive mucho mejor, básicamente, porque no hay apegos.
Y cuando las circunstancias obligan a vivir con limitaciones, nos adaptamos, entonces cuando hay dinero, pensamos dos veces en cómo usarlo, sin pasar esa delgada línea que hay entre la necesidad y querer gastarlo todo de golpe.
Hay que tener cuidado con eso, recordando siempre que “menos es más” entre menos necesitemos, mejor estaremos, o como dice una frase: “No es rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.
Crystal Paine, escritora del blog moneysavingmom, hasta 2018 publicó un artículo comentando en que siendo casada madre de 3 hijos, llevaba 9 años usando el mismo presupuesto y de ese artículo, escogí tres puntos que llamaron mi atención, respecto a el tener y comprar:
- La vida centrada en el “más” nos lleva a endeudarnos, lo que a su vez nos impide dar generosamente para ayudar a cubrir las necesidades de los demás.
- La vida centrada en “más” lleva a consumir nuestras mentes con lo que queremos y cómo lo vamos a conseguir. Dedicamos horas y horas a soñar y comprar ¿Qué ganamos realmente con todo ese esfuerzo, después de desear todas esas cosas?
- Si no soy cuidadosa, el deseo por poseer, puede atraerme como una corriente oceánica, lo que podría hacer que dedique involuntariamente mi vida a adquirir cosas que nunca podrían reemplazar la paz, esperanza y alegría que he encontrado en Dios.
Creyente o no, piénsalo, al principio de la cuarentena aquí en Bogotá, veía personas llevando bultos de papel higiénico, litros de aceite y otros productos en exceso, carros llenos de cosas y pagando con tarjeta de crédito.
Ese afán por tener en exceso, no pensar en el que necesita más que tu y vivir al debe, no tiene sentido, a lo mejor la pandemia se necesitaba para recapacitar.
Viviendo frugal
Mi estufa es vieja, mi papel tapiz es viejo, es el mismo que tengo desde que me mudé aquí y nunca lo he cambiado, ¿por qué hacerlo si lo mantengo limpio?
Si cuidas de las cosas, puedes tenerlas por más tiempo. Así lo manejo todavía. Si funciona lo guardo, si no, veo si puedo usarlo en algo más, si no generalmente lo boto.
Si ya no quieres vivir en el afán de comprar y tener, te preguntarás y eso con qué se come ¿cuáles son las claves, o cómo entender la frugalidad para adaptarla a la vida?
Supuestamente los pobres no pueden aprovechar nada porque no tienen, entonces ¿Son los ricos quienes deben deshacerse de lo mucho que tienen? Pues no.
La frugalidad no es de estratos sociales, filosofías o “ísmos” se trata de tener lo necesario para vivir bien hoy, cada día con su afán.
Hay pobres que despilfarran y ricos miserables, ninguno de esos extremos funciona para administrar los bienes. Para ayudarnos a entender tengamos en cuenta que:
En la frugalidad la clave es organizarse, en función de las necesidades diarias, no los caprichos, ajustando el presupuesto, por ejm. de las comidas, dejando de gastar en tonterías, para que esos caprichitos no queden arrumadas o acumuladas en algún sitio de la casa.
Lo barato sale caro, no hay que comprar por precio, si lo he aprendido, sino por calidad, uso y tiempo de duración. Comprar así, también es ahorrar.
Ten en cuenta que la frugalidad, no es deshacerse de todo hasta que tu casa se vacie, no, hay que buscar un equilibrio, tener colecciones de algún objeto en particular no está mal, pero acumular trastos solo porque crees que los necesitas, es el error.
Ahora cómo empezar con la frugalidad, para evitar un posible síndrome de abstinencia:
- Conoce con cuánto dinero cuentas: ésta es la forma más realista y honesta con uno mismo para sentar los pies en tierra.
- Ya sabiendo cuánto es tu dinero: no tengas ni consumas más de lo necesario, sin falsas necesidades, ni expectativas, recuerda que no necesitas que nadie te apruebe. Para esto es valiosísima una herramienta sencilla pero subestimada: un presupuesto.
- No compres ni gastes más de lo necesario; revisa cuánto gastas en caprichos, te animo a que hagas una pequeña lista con esos antojitos que te diste, estoy segura que con eso habrías pagado una factura.
- Dale uso a las cosas, o reusa, recicla, repara, dona, regala. Entre menos cosas tengas mejor y quédate con las cosas que realmetne utilices. Pero si vas a regalar o donar, ten claro que el pobre no es el basurero de lo que te sobra, así que lo dañado, lo que ya no tenga remedio, bótalo. Y esfuérzate por evitar en lo posible el uso de desechables.
- No te endeudes y si ya estás de deudas hasta la coronilla, no te endeudes más, así tengas que pasar un largo tiempo con ropa, accesorios y otra utilería. La deuda es pagar más por lo mismo, y nos esclaviza durante mucho tiempo.
- Así que batallando contra la deuda, no vives por encima de tus posibilidades, inevitablemente, esto te llevará a empezar a ahorrar.
- Cuidado tu bolsillo y trabajando para vivir, se enriquecerán tus relaciones interpersonales, ya no buscarás amigos por dinero, favores, necesidad o para que te den, sino que se valorarán por quién son.
- Todo esto deriva en no malgastar el tiempo, teniendo claros objetivos y prioridades.
- Pero servirá de poco si no sirves a otros, si brindas tu ayuda, la generosidad aumenta y como tienes menos cosas, será más fácil compartir de forma desinteresada.
- En suma y definitiva, empezaremos a disfrutar más con menos, disfrutando eso que hoy por obligación hay que hacer en casa, una comida casera, charlar con un amigo, hornear galletas, ver una buena película o como decimos aquí, arruncharnos y tomar una aguadepanela caliente en una tarde fría.
Hoy el ayuno es más necesario que nunca, por aquello del consumismo. Nuestro ayuno es una llamada a la austeridad y a la solidaridad. No ayunamos para mortificar el estómago, sino el egoísmo. Ayunamos para ser más libres contra el dictado consumista. Ayunamos para compartir con los que ayunan forzosamente todos los días. Ayunamos desde el amor y para el amor.
Las recomendaciones de este artículo:
Una de las versiones de la vida de San Francisco de Asís, la película es para televisión y la encuentras en Youtube, que enseña cómo fue que él abrazó a la Dama pobreza:

El trailer del documental "Minimalismo" que explica la experiencia libre per egoísta de Joshua Fields y Ryan Nicodemus: los minimalistas.
Dos cortos animados sobre consumismo y uno de Steve Cutts sobre la supuesta felicidad.
Y un video sobre frugalidad en la cocina de una mamá coreana con subtítulos y muy útil para este encierro:

El trailer del documental "Minimalismo" que explica la experiencia libre per egoísta de Joshua Fields y Ryan Nicodemus: los minimalistas.
Dos cortos animados sobre consumismo y uno de Steve Cutts sobre la supuesta felicidad.
Y un video sobre frugalidad en la cocina de una mamá coreana con subtítulos y muy útil para este encierro:
