Planeación: 7 puntos para que tus planes fallen.
7.28.2020
Con casi dos meses si publicar nada por aquí retomo. Antes les cuento, ya hay dominio propio, me encuentras como www.elestudiatorio.com, en un tiempo, para el final de este año, si Dios quiere, habrá al menos un curso o taller online.
Con el dominio, la cara del blog también cambió, nada es perfecto.
Así que hablando de cosas que dejaron de hacerse o se hicieron mal desde el principio, hoy les hablaré de algo que nos pasa a muchos: planear, proyectar y aparentemente organizar todo proyecto, pero al final, o en el transcurso los resultados no se ven o se caen y hay que darles la vuelta.
La fábula de la lechera.
Juntos, verían que todo lo que fue tan cuidadosamente planeado colapso, y sonreirían ante la belleza de la destrucción.
Me parecen muy útiles las fábulas, así como las parábolas, que sin mayor enredo nos exponen una situación cotidiana pero con profundidad.
Samaniego ha sido uno de mis favoritos para explicar las ocurrencias que nos pasan, como la de la lechera. Veamos:
La lechera
Llevaba en la cabeza
una Lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte
«¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!»
porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre la ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola la feliz Lechera,
y decía entre sí de esta manera:
«Esta leche vendida,
de cierto me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
me rodeen cantando el pío, pío.
Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino,
tanto, que puede ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga.
Llevarélo al mercado,
sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un temero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña.»
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera,
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre Lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh loca fantasía!
¡Qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría
no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro;
mira que ni el presente está seguro.
El problema de planear tanto, es que al final no se hace nada.
Las empresas planes estratégicos, los estudiantes planes académicos y hay aquellos que somos inconstantes planeando: los artistas o quienes buscan serlo. A lo mejor muchos nos identificamos con la fábula porque vivimos haciendo planes en la cabeza
Esta historia es muy útil en tiempos como el de hoy en medio de una pandemia, por eso sirve tener en cuenta tres puntos que enseña la lechera:
Cuida y sostén bien la jarra: la jarra con la leche son solamente un medio, obviamente hay que cuidarla, pero a veces se sobreestima más ese medio. Por ejemplo, se da un valor exagerado al dinero que es un medio.
No subestimes el presente: La única froma de hacer algo es trabajando hoy, con los pies en la tierra, sin acelararse, solo eso. Por supuesto, hacer un bosquejo de ese paso a paso no estará de más, pero sin obsesionarse.
El regalo a veces llega en el empaque menos pensado. Uno debe ser consciente de que planea para aproximarse a un objetivo, pero muy pocas veces esa meta es alcanzada tal y cómo se desea, pues algo puede pasar que lo cambia todo en un abrir y cerrar de ojos, como una pandemia, por ejemplo.
El bendito fracaso.
"Un ser humano debería ser capaz de cambiar un pañal, planear una invasión, matar un cerdo, conectar un barco, diseñar un edificio, escribir un soneto, hacer un balance, construir un muro, colocar en su lugar un hueso, consolar a los moribundos, tomar órdenes, dar órdenes, cooperar, actuar solo, resolver ecuaciones, analizar un nuevo problema, lanzar estiércol, programar una computadora, cocinar una comida sabrosa, luchar de manera eficiente, morir galantemente. La especialización es para insectos.
Gracias a Dios he fracasado, resulta que con el estudiatorio, la experiencia ha sido diametralmente opuesta a la de mi blog de dibujo. No solo por la temática, sino por la forma como lo he puesto en marcha desde que decidí publicarlo online.
Con el blog de dibujo: me preocupé tanto por el diseño que olvidada por completo los temas de fondo como el mercadeo y la administración y subestimé la importancia del contenido a pesar de que era importante crear. Gasté mucho tiempo pensando en todo lo que quería conseguir sin inyectar acción.
Para el estudiatorio es diferente: lo puse todo en el papel y empecé a dar un paso a la vez, lo puse en práctica con poquitos alumnos, significa que me he puesto menos piedras en el camino, yo solita ponía las piedras y a propósito me tropezaba. Aunque planeo, no me estresa el que las cosas no salgan como las escribí, salen peor o mejor, así se aprende.
Pensando en Moises en el desierto con los israelitas, cuando el pueblo renegaba por haber salido de Egipto y no tener la comida que tenían en ese país, el viaje que debió ser de 8 días se convirtío en 40 años de camino, un aparente fracaso. Algo parecido sucede con toda empresa que el hombre se propone cuando los altibajos no se saben manejar, frente al fracaso, pasan varias cosas, solo citaré 4 desde el sentido común:
- La queja: Samaniego solo dice adiós leche, dinero, huevos, pollos, lechón, vaca y ternero, y no sabemos qué pasó con la lechera, sin embargo, una posible reacción habría sido quejarse, que te hunde más en fracaso, porque cuando te quejas, te cierras a las soluciones (lo sabré yo que viví quejándome por años porque las cosas “no me salían”).
Entre más te quejes peor, porque saturas tu cabeza de reclamos y no de soluciones, ni de acciones.
- El orgullo: Frente al fracaso nos pasa a muchos, que después de perderlo todo, nos damos golpes de pecho y nos refugiamos en ser víctimas, escondiéndonos, porque nada salió de acuerdo al plan y perfecto.
Cuando hay humildad y se fracasa, sigues perseverando hasta que algo resulte, no te ahogas en el vaso de agua, actuas en medio del silencio y el ser conciente que no todo se puede y listo a algo se llega.
- Renegar y maldecir: Otro par de cosas que no conducen a ninguna solución.
Cuando estás esperando el bus, por ejemplo, las personas alrededor reniegan, maldicen o empiezan a tratar mal a alguien que ni conocen, al conductor por lo general.
La respuesta puede ser: “Si con renegar, el bus pasara más rápido habría una fila estacionada de buses, esperando a que te subas”.
Renegar alarga la espera, igual que quedarse quieto. A veces tus movimientos no requieren de ruido sino de pequeños pasos en silencio.
- Monólogos interiores y supuesto pensamiento positivo: Pueden ocasionar dos cosas: parálisis y reaccionar de forma impulsiva. suelen ser piedras, piedrototas en el transcurso del proyecto, por eso hay que dar un paso a la vez. Frustran y crean cosas que no existen en lugares donde no se necesitan.
7 piedras de tropiezo cuando planeas.
¿Cómo escapé? Con dificultad. ¿Cómo planeé este momento? Con placer.
Para nuestra lechera, un problema fue distraerse en sus planes. Piensa en la moraleja de la fábula:
“No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro;
mira que ni el presente está seguro.”
Pensar en ventajas o desventajas de planear, no sé cada persona es diferente y puede aprender a mejorar su trabajo con un estilo propio, una cosa es organizarse otra obsesionarse, y que en vez de planes funcionan mejor las opciones para hacer.
Parte de estos tips son LifeHack.org para que te enteres que estás planeando mal cuando:
- Planear pensando en perfección: una vana ilusión, cuando se tienen y hacen planes, solo en la cabeza, como le paso a la lechera, y somos humanos, criaturas defectuosas y un poco torpes.
- Te asustas si algo empieza a salir mal: lo que significa que no estás preparado para situaciones inesperadas, pues el mejor plan no te salva de improvisar.
- Te asusta el cambio: hoy con la tecnología, todo cambia tan a prisa que si no nos ajustamos, poco producimos.
- Te obsesionas con los detalles más pequeños, esto hace postergues lo que realmente hay que hacer, algo que se disfraza de planificación.
- Abandonas el proyecto: cuando algo no funciona como lo planeas, abandonas, por que no salió tal cual, de nuevo, sentiste el orgullo herido.
- Vives en el futuro: no se puede estar preparado para todo lo que vaya a pasar sería aburridísimo, por eso es mejor un paso a la vez, cada día con su afán.
- Planificar es inútil si no se actua, punto. Puedes encontrar cuanto tutorial, recurso y asesoría haya en la web para organizarte, pero si no se pone en práctica es completamente inútil.
No sabemos qué le pasó a la lechera, pero es valioso reconocer con humildad que no todo lo podemos, que son más veces las que nos equivocamos que las que acertamos, eso es vivir, no la falsa autosuperación, autoayuda o el éxito personal que te vende el mundo, esas son cosas que no te ayudan a superar nada.
El mejor momento para planificar un libro es mientras estás lavando los platos.
Las recomendaciones de este artículo:
Cada día con su afán
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Una lista de tareas diferente y creativa, para centrarte solo en cinco tareas, un día a la vez.
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